La bancarrota de empresas, el cierre de comercios y la pérdida de empleos nos confirman, otra vez, la fragilidad de las dinámicas financieras. Pero en este panorama en el que la propagación del virus podría contraer el PIB mundial hasta en 1,3%, según Oxford Economics, con una afectación de 1,1 trillones de dólares, lo único que no perderíamos es el conocimiento, que nos permitirá salir a flot
El retorno a la normalidad debe comenzar ahora y no cuando pase la pandemia. Es el momento de usar decididamente los recursos que nos ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) asociadas a la educación. La sociedad de mañana la forjamos hoy y el reto implica fortalecer los procesos educativos, las condiciones de recepción de conocimiento de niños y jóvenes y mejorar las herramientas de los docentes.
La pandemia ha replanteado los métodos de enseñanza en el mundo. Hoy, cerca de 1.370 millones de estudiantes de 138 países se afectan por los cierres de colegios y universidades, según la Unesco. Se han cambiado los espacios físicos por los virtuales y eso no es un hecho menor porque nos exige adaptarnos a esa realidad, que, entre otras cosas, contribuye con el medioambiente.
A pesar de lo mucho que se ha avanzado, hemos descubierto que no estábamos tan conectados como creíamos, no tanto como para usar tan intensamente las tecnologías. En Colombia, solo el 43% de la población tiene acceso a internet, el 17% de universitarios de instituciones educativas superiores privadas no cuenta con computador ni internet, y en las públicas la cifra asciende al 29%, según el último censo del Dane.
Formemos a nuestros docentes para que aprovechen las tecnologías y dicten cursos virtuales, realicen videos interactivos, videoconferencias, den explicaciones, expresen conceptos y transmitan orientaciones pedagógicas y materiales de estudio con eficacia. Pero también los alcaldes y gobernadores deben garantizar las condiciones de recepción del estudiante, brindando conectividad y herramientas, proporcionando instrumentos para acceder a contenidos gratuitos en línea.
Por qué no pensar, por ejemplo, en una plataforma única que sea compartida por los gobiernos locales y que los maestros la ajusten a las condiciones sociales comunitarias y a los planes escolares de su estudiantado, fácil de recorrer y con variada oferta de ciencia y humanidades.
Nos adaptamos al futuro obligados por la pandemia. Lo importante ahora es facilitar la interactividad de alumnos y docentes y ser flexibles, replantear horarios, carga académica, sistema de evaluación. Se trata de acceso, apropiación en condiciones dignas y reinvención.
Las TIC son un pilar de la globalización, uno muy democrático, están ahí y podemos usarlas. La tecnología no es un lujo, es una necesidad. Pero no se trata solo de transmitir conocimientos, sino de enseñarle al nuevo ciudadano a comprender el mundo con bases científicas y hasta psicológicas para que así sea un ser humano competitivo y preparado para las crisis, con un pensamiento creativo y crítico.
Adecuemos políticas y directrices, preparemos a docentes y a estudiantes. Este es un cambio de paradigma social, y hoy, más que nunca, el compromiso en la formación del hombre del futuro es mayor. Ahora cobra más importancia la frase que nos repetían nuestros padres: “La mejor herencia que se puede dar a los hijos es la educación”.
* Exalcalde de Montería.