Uno de nuestros sellos en el mundo es cultural. Pensemos en Gabriel García Márquez, Shakira, Carlos Vives, Alejandro Obregón, Fernando Botero, Sofía Vergara, solo por mencionar unos pocos; en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el Carnaval de Barranquilla, la Feria de las Flores, la Feria de Cali, el Festival Vallenato, entre otros eventos.
Pocos países cuentan con tanta riqueza cultural como este: desde las tradiciones de los wayúu en La Guajira y los nukak en el Amazonas, hasta los bailes del bambuco en los Andes y la cumbia y el porro en el Caribe. Somos pinturas, sonidos, imágenes, sabores, arte manual, poesía, cantos. Contamos con gran potencial cultural, creativo y turístico en las costumbres, conocimientos y recursos naturales. Todo esto que representa el ser colombiano, además de productos o símbolos, son también oportunidades de crecimiento económico en medio de la coyuntura covid-19.
La pandemia afecta, como a casi todos los sectores, a la economía creativa. Por obvias razones la protección de la vida es primordial, pero eso no significa que los gobiernos locales y regionales tengan que postergar la atención de este campo, porque la cultura en estos momentos adquiere mayor relevancia al brindarle a las comunidades estímulo y acompañamiento, lo que mitiga las medidas de confinamiento y distanciamiento físico a las que esta enfermedad nos obliga.
En ese sentido, el Gobierno Nacional destinó 300.000 millones de pesos para apoyar proyectos culturales, gran oportunidad para los productores de artes visuales y escénicas, de turismo, educación, gastronomía, artesanías; para las industrias editorial, fonográfica, audiovisual, de nuevos software y apps, de diseño y publicidad. Además, el decreto 697 de 2020, expedido en el marco de la emergencia sanitaria reglamenta una deducción en el impuesto de renta del 165% del valor real invertido o donado en proyectos de Economía Naranja, medida que aporta a la sostenibilidad del sector y que beneficia a la empresa privada.
La Unesco calcula que en América Latina y el Caribe las industrias creativas y culturales representan entre el 2% y el 6% del PIB, dando empleo a 1,9 millones de personas en la región. En el Primer Informe de Economía Naranja (2014-2018) publicado por el Dane el año pasado, se lee que este sector contribuye con el 1,8% en el Valor Agregado Bruto nacional.
Las industrias culturales convencionales le aportaron al país 5,94 billones de pesos en 2018, según el informe del Dane, o sea, el 42,3% de las actividades de Economía Naranja, campo que a su vez generó 282.566 empleos directos en el mismo período. Esto comprueba, una vez más, la importancia de la cultura para el éxito integral de una nación.
Los gobiernos deben fortalecer la promoción de las expresiones artísticas y culturales, más ahora, golpeadas por la pandemia, pero también después, con inversión, formación, articulación, investigación, conocimiento y circulación. Este, como tantos otros frentes, tampoco espera. Es una obligación defender lo que nos pertenece, porque es lo que somos: el resultado de una identidad forjada durante más de cinco siglos, de la trietnia europea, africana e indígena, y del gran aporte de las migraciones a lo largo de nuestra historia.
Carlos Eduardo Correa
* Exalcalde de Montería.
Publicado en El Meridiano.