Cuando ha transcurrido la quinta parte del siglo XXI, conviene definir cómo queremos vivir en el futuro, mucho más si hoy el 55 % de la población mundial, reside en ciudades.
El tiempo no da espera. A veces cuesta entender por qué, teniendo a la mano los recursos, no se mejora la calidad de vida de la gente a través de los beneficios de la cuarta revolución industrial, aunque sea dando pasos iniciales.
Así viviremos en ambientes agradables y protegidos, con centros de innovación que fortalezcan a las nuevas sociedades, con políticas públicas sostenibles e incluyentes, con una conectividad total y buena salud y educación.
El futuro son las ciudades 4.0: responsables, eficientes e inteligentes. Corresponde aceptarlo y no insistir en estrategias costosas para los ciudadanos y perjudiciales para el medioambiente. Esto no se logrará en el corto plazo, pero no aplacemos más lo que en el mundo desarrollado ha dado resultado.
No es fácil cuando 828 millones de personas viven en sectores marginales de ciudades (según PNUD), menos si el crecimiento de la población, la concentración en núcleos urbanos y el calentamiento global son serios desafíos a enfrentar.
Los diagnósticos son necesarios, pero es hora de actuar. Han fracasado medidas y prácticas implementadas por décadas. La gente no estará mejor si cometemos los mismos errores. Se necesita una movilidad inteligente, ciberseguridad, cultura ciudadana consciente y real, no impuesta; seguridad mediante cámaras interconectadas con resultados concretos; digitalizar procesos para contaminar menos; optimizar los alumbrados públicos con energía renovable y que eso genere ahorro gubernamental y familiar, y delimitar zonas de expansión con base en estudios serios, pero rápidos.
Así, las nuevas urbes tendrán identidad y crecerán a partir de la planeación y no de la improvisación. Los gobernantes locales deben dedicarse a lo urgente, pero construyendo hacia lo importante. Las quejas hoy no son válidas.
La revolución tecnológica está aquí: carros, teléfonos inteligentes, semáforos, aplicaciones que nos guían por sectores nunca transitados o con menor tráfico. Eso debemos aprovecharlo y encauzarlo hacia la consolidación de territorios inteligentes, ecológicos e inclusivos.
La ciudadanía debe asumir su responsabilidad al elegir a quienes estén verdaderamente capacitados para saber entender este mundo y participar del cambio. No es hora de improvisar.
Diez ciudades con 10 millones de habitantes había en el mundo en 1990; en 2014 esa cifra llegó a 28, y se esperaban 33 para 2018. Las urbes, según el PNUD, ocupan el 3% de la Tierra, representan del 60 al 80% del consumo de energía y al menos el 70% de emisiones de carbono.
¿Quién no se ha dado cuenta aún de esta realidad que amerita una transformación responsable? ¿Para cuándo si en 2050 el 70 % de la población mundial residirá en zonas urbanas, según estima la ONU? ¡No se puede vivir en el siglo XXI con la mentalidad de mediados del siglo XX! O asumimos el reto o seremos inferiores al bien común que significa vivir mejor, y eso nadie en el futuro lo entenderá.
Carlos Eduardo Correa
Exalcalde de Montería
Columna publicada en Portafolio.