Al despuntar este siglo, al interior de Colombia Montería no era más que una capital equis –anónima, sin gracia, desprotegida- de algún departamento de la costa. De repente, logró reconocimiento nacional como epicentro de la violencia por haber visto nacer a Salvatore Mancuso, jefe máximo de las autodefensas. Más adelante, durante el mandato de Uribe, Córdoba se convirtió en la diana de los críticos del gobierno por albergar la finca preferida del presidente. “Cuando Dios te da un don, también te da un látigo”, escribió Capote. De modo que hay que decirlo: así como Uribe libró a la región del cáncer de la subversión, permitiendo a los ganaderos regresar a sus fincas, también la estigmatizó ante el resto del país como núcleo del paramilitarismo (lo haya sido él o no).
Sin embargo, desde hace pocos años, el ave Fénix comenzó a renacer. Montería, bañada por el segundo valle más fértil del mundo, una tierra de verde fluorescente que se incrusta en la pupila; rica en gastronomía y tradiciones (es cuna del porro, la música con la que por más de un siglo ha aprendido a bailar Colombia); está dejando atrás su pasado de pobreza. Los vientos de cambio comenzaron bajo la administración de Marco Daniel Pineda y el actual alcalde, Carlos Eduardo Correa, está gozando los laureles. Ambos hacen parte del Partido Conservador, cuyo Presidente Nacional es otro joven de la región llamado David Barguil.
Hace un año, Correa recibió una llamada de Londres de la Organización City Majors preguntando si aceptaba cierta nominación. En mayo, fue elegido Mejor Alcalde del Mundo. En noviembre lo volvieron a candidatizar. ¿Qué está pasando en Montería?
Conocí a Correa de casualidad en un desayuno hace pocos días en el club El Nogal. De entrada me pareció una persona cálida, que Irradiaba un aura de confianza y poder, ese magnetismo que se espera de un líder nato. Esa mañana vestía de manera tan informal –camisa de rayas azules y blancas con un saco turquí encima, sin corbata– que todo en él dejaba claro una juventud difícil de imaginar en un burgomaestre señalado por su eficiencia y eficacia. Había leído en Jet-Set decir sobre él que era el alcalde más buen mozo del país. Algo de cierto había: tenía más pinta de galán de telenovela que de político marrullero.
Correa da la sensación de ser un chico desprotegido. Como Montería. Alguien que urge de un abrazo. Él lo sabe y se vale de ello para seducir. Por eso, en medio de gran cantidad de gente pasa desapercibido, tal cual pude comprobar una semana después en una reunión junto con otros alcaldes de Córdoba a la que también asistió el gobernador Alejandro Lyons (quien, por cierto, genera exactamente la idea contraria: en privado pasa por tímido pero, entre más personas lo rodean, más se roba la atención por su labia fértil y su acento sonoro).
Lo volví a encontrar en La bonga del Sinú, un restaurante de carne cordobesa situado en la carretera que se adentra del aeropuerto de Montería hasta la ciudad. Le pedí una entrevistarlo y, sin dudarlo, me concedió con una amplia sonrisa dos horas de su tiempo. Antes de sentarnos frente a frente en la soledad de una mesa del segundo piso de ese lugar que no es más que un kiosko inmenso, sin paredes y techo de paja, sabía que sus genes son una mezcla de antioqueño con siria: su abuelo Correa se casó con una Salleg antes de montar en Montería la Papelería Corsa (talante empresarial heredado por el hoy alcalde quien, luego de graduarse, trabajó en Carulla, Alpina, Hewlett-Packard).
También sabía que nació en 1973, en una familia muy estricta que le otorgó una mayor responsabilidad por ser el mayor de los cuatro hermanos; que creció en La Julia, un barrio estrato tres, y a sus catorce años la familia se mudó a El Recreo, donde viven los apellidos más acomodados de la ciudad; que luego de cursar bachillerato en el Colegio Vallegrande, a sus dieciséis fue enviado de intercambio a Estados Unidos. A su regreso –a instancias de su padre, quien nunca quiso que se graduara en Bogotá- partió a Medellín a diplomarse en EAFIT, donde conoció a quien fue su novia por cuatro años, María Victoria Salleg Taboada, antes de vivir juntos sin casarse en Madrid (un rasgo muy liberal viniendo de un muchacho de familia conservadora y de una joven “de familia bien” de provincia), mientras se especializaba en marketing –ojo con este dato- en el Instituto de Empresas. De regreso al país, a tiempo con la docencia universitaria pasó por entidades como Ecopetrol, Tejicondor y Proexport. Radicado en Montería, hoy día es padre de Mariana y Cristina.
¿Qué tanta influencia recibió de haber estudiado entre paisas?
(De maneras suaves y sonrisa frecuente, Correa habla con un lejano acento golpeado). Muchísima, sobre todo en el tema del emprendimiento. En el sector privado uno no está acostumbrado a esperar dos años para sacar un proyecto. La meta era adelantar en cuatro años lo que normalmente se desarrolla en ocho. Por eso a mi equipo cercano, muy técnico y en edades entre los 30 y 40 años, lo extraje en su mayoría de ese sector. Con ellos me dediqué al principio tan sólo a conocer y planear. Desde que asumí el cargo comencé a desarrollar el slogan de campaña: Sabemos lo que falta y sabemos cómo hay que hacerlo.
Ser elegido Mejor Alcalde de Colombia se ha convertido en un juego de pelotas: cada alcalde lo es al menos durante un mes. Pareciera que lo prestigioso es no haber sido elegido nunca Mejor Alcalde. ¿Hay empresas detrás pagando para que cada uno sea elegido en su momento Mejor Alcalde? ¿Cómo funciona ese nuevo juego de aprestigiarse a través de un premio?
La encuesta más grande en Colombia es la Encuesta Nacional de Consultoría, de CMI. En el 2012, 2013 y 2014 quedé como número uno, no todos los meses si no ya en promedio. Nunca he tenido contacto con CMI ni con el Centro Nacional de Consultoría. Entiendo que se hacen encuestas sobre la popularidad.
¿Es un tema de popularidad antes que de eficiencia?
Tiene que ver con cómo se siente la ciudad y la confianza que la gente le da a su alcalde.
¿Un trabajo eminentemente de mercadeo?
En lo público como en lo privado hay que hacer mercadeo. Mercadear no es comprar encuestas o pedir favores sino dar a conocer lo que estamos haciendo. La meta es un cambio de mentalidad de los monterianos. Para eso necesito hacer mercadeo.
¿En qué momento apareció Montería en el radar de la City Majors?
Dos años y medio después de posesionarme empecé a hacer presencia en diferentes foros nacionales a través del BID y Findeter con el proyecto Ciudades sostenibles.
La nominación de la City Majors obedece concretamente al cambio del índice de alcantarillado. ¿Por qué escogió ese tema? ¿Qué vio allí?
La mayor obligación de un alcalde es saber cómo transforma a su ciudad y a su gente. La deuda histórica de Montería deriva de la falta de saneamiento básico. Una ciudad con el 50% de alcantarillado, como la encontramos, tenía problemas de salud pública, enfermedades intestinales en el sur de la ciudad, niños con problemas en la piel, aguas negras en frente de las casas… Comenzamos a mirar temas como la malla vial y encontramos más del 50% sin pavimentar por falta de alcantarillado.
¿Cómo una ciudad que crece junto a uno de los ríos más importantes del país, carezca de alcantarilla?
El alcalde anterior trabajó en saneamiento pero los de más atrás se dedicaron a politiquear con letrinas y soluciones individuales (que todavía tenemos en la zona urbana). Hemos dedicado el 100% de la administración a que tengamos alcantarillado. Llevamos el 86% de ejecución. En marzo del 2016 estará el 100% y podemos comenzar el tema de malla vial.
Con la epidemia actual de chicungulla, Montería es de los más afectados. ¿Cómo cruza la relación entre alcantarillado construido y epidemia?
Es una consecuencia directa del saneamiento básico. Sigue afectado porque todavía los canales fluviales no van en 86% en conexión. Hoy día, un 45% hoy está lleno de aguas negras. No se puede reventar a toda la ciudad al mismo tiempo. Hemos hecho la planeación por etapa y en octubre pondré la última primera piedra.
¿Es su único frente?
Desde el primer momento dijimos el río iba a ser la columna vertebral de la ciudad para que el desarrollo cultural, gastronómico, turístico y de competitividad sea de cara al río. Ello significa que todo el desarrollo se articule de cara a su río. Por ejemplo, en 2012 cambié la Fiesta del Reinado Popular por la Fiestas del Río con eventos de gastronomía, de música. Hoy las reinas practicas deportes náuticos. Hicimos el primer concierto en el río; el lanzamiento del disco de Juanes en una plataforma acuática, entregamos el primer muelle náutico fluvial que va a ser detonante de toda esa movilización. Antes solo éramos reconocidos por la ganadería y eso no era competitivo. Hoy la ciudad tiene una. Uno de esos timbrazos lo dimos el año pasado cuando hicimos un esfuerzo inmenso para participar en el Desafío de Ciudades, una iniciativa de WWF -la organización más grande para temas ambientales- . Montería quedó primero entre 200, después entre 30 y al final entre 5. Ganó Ciudad del Cabo a nivel mundial pero fuimos escogidos como la Capital de la Hora del Planeta en Colombia, vino mucha gente: del BID, la ONU, HABITAT, PNUD, Banco Mundial y la CAF. Hoy tenemos más de seis organismos dándonos recursos en apoyo técnico y sostenibilidad ambiental.
¿A qué se debe su luna de miel con Santos? Sabiendo que este era el fortín de Uribe, ¿acaso Santos está priorizando esta ciudad para ganarle el pulso? ¿Montería va a ser la gran benefactora de esa polarización política?
(Carcajea). Con el presidente Santos tengo una excelente relación. Todos los alcaldes tuvieron la misma oportunidad en el tema de las viviendas. 1.500 fue el cupo para Montería pero presentamos 8.800 proyectos. Dado que no todos los alcaldes presentaron proyectos, se liberaron cupos. Los primeros seis meses de mi mandato hice inversiones enormes en el diseño de los proyectos que quería. El que pega primero pega dos veces, y él vio que desde el principio ya estábamos listos para recibir el dinero. En 2012 tenía radicados en el gobierno nacional el 100% de los proyectos de alcantarillado y el presidente tenía en su cabeza que cada vez que lo veía eso era lo único que le pedía.
Nadie es monedita de oro de todo el mundo, pero pocos monterianos critican su gestión, lo cual es muy sospechoso. ¿Cómo lo hace? ¿Acaso su buena imagen se ha visto beneficiada por estar casado con la hija del dueño del periódico más influyente de la ciudad?
Los medios son muy importantes, pero no lo son todo. Yo me exijo todos los días a salir a la calle y a ponerle la cara a todos los problemas de la ciudad. La mejor imagen son las obras. Hoy la gente de Montería siente que la administración va bien. No solo por las obras de cemento sino también en temas como el deporte. Todos esos elementos hacen que la gente esté feliz y orgullosa de su ciudad. Si bien, hay medios de comunicación cercanos, también nos dan palo.
¡Yo no he visto! He escudriñado por todas partes y encuentro pocas críticas.
No tengo enemigos políticos. Tengo oposición. Hay gente que no está contenta con algunas cosas. En mi campaña fui supremamente respetuoso con los otros candidatos, he hecho lo mismo desde que gané y tengo extraordinaria relación con todos los políticos de la región.
¿Se siente un ejemplo para los otros alcaldes?
Tengo una amistad muy bonita con varios de ellos, como con el de Valledupar, Pasto o Cartagena. Hablamos frecuentemente, nos compartimos ideas e inquietudes. He tenido una responsabilidad dentro del grupo de alcalde que, más que ejemplo, me siento una responsabilidad.
Ya que conoce los problemas que enfrentan, ¿qué tanto obedecen ellos a un tema de recursos financieros y qué tanto a un tema de falta de autoridad?
La gran mayoría es voluntad política. Si bien estamos limitados de recursos, existen formas de conseguirlos. Hay que hacer una planeación muy juiciosa, establecer cuál es el sueño. Y después de definir esas quince grandes obras, buscar fuentes, préstamos, recursos nacionales o internacionales. Es cierto que hay cosas que uno no puede sacar en 4 años, pero puede al menos conseguir los recursos.
El de la movilidad se está convirtiendo en el gran problema.
Es cierto. Primero, las ciudades no planearon. Segundo, el acceso a los vehículos es cada vez más fácil. Una moto se saca con la cédula y $30.000; un carro, se paga a un año. Esto ha llevado a que no se use el transporte público. Montería adicionalmente se convirtió en capital regional. El aeropuerto pasó de mover 380.000 pasajeros en 2006 a 800 mil. Ayer nos anunció el vicepresidente la adición de 32.000 millones de pesos para su ampliación, una obra que desde el 2012 gestioné por todas las instancias.
¿Cree que hay renovación política en la costa? Se escuchan nombres como los de Sergio y Eduardo Diaz-Granados en Santa Marta; Luis Alberto Monsalvo en Cesar; Elsa Noguera en Barranquilla; David Barguil… Usted incluso menciona a Dionisio Vélez. ¿Qué está pasando allí?
Veo que los jóvenes se están atreviendo. Hay una generación que está mostrando resultados. Cuando lo contratan en una empresa su meta es conseguir más que el que estaba antes. Ese nivel de competencia en el mejoramiento de la calidad de vida cada vez va a ser mayor. Cada vez la vara se debe poner más alta.
¿Dice que ustedes están abriendo oportunidades que los políticos anteriores sabían que debían hacer pero no lo hacían porque creían que no les convenía para no perder manejo político?
A los caciques no les interesaba el progreso. Iban a la solución individual, que les daba votos. En la medida en que la ciudad crece y progresa la gente pide empleo, progreso y salud. Los planes de desarrollo y los programas de campaña deben encaminarse a la gente en general y no a la parte electoral. Montería cada vez tiene mayor capacidad de voto de opinión.
¿Se ha resuelto el tema de violencia?
Digamos que ha venido mutando y tiene ingredientes de narcotráfico. Tenemos Bacrim en las zonas más lejanas y problemas de microtráfico. Esto repercute en la seguridad, contrabando, etc. Por fortuna, gracias a la ayuda del Presidente logramos pasar de 385 a mil policías.
Volvemos a la luna de miel con Santos.
No puedo negar que el presidente se ha portado muy bien con mi ciudad. Hoy tenemos una policía fortalecida con mayor cantidad de hombres, con motos, con cámaras. Ahora necesitamos que dé resultados.
A propósito, ¿de qué manera se está preparando para el posconflicto?
Jalonado por la construcción y el sector servicios, pasamos del 13% al 7% de desempleo. Si bien el de la paz es un tema nacional, repercute en las regiones. Los próximos alcaldes tienen que entender que sus cuatro años de gobierno estarán dedicados a este tema. Desde Montería nos estamos preparando buscando fuentes de empleo, competitividad, etc.
Usted viene del uribismo en cuanto a que su extracción es conservadora. Ahora apoya a Santos. ¿Traicionó a su antiguo jefe? ¿Es mero maquillaje por la oportunidad política o el discurso suyo también está ahora a tono con el de Santos?
Me debo a un partido. Como alcaldes tenemos una responsabilidad con la ciudad. Necesitamos articularnos con los Planes de Gobierno Nacional. Cuando hice mi Plan de Desarrollo tuve eso en cuenta. Nos ganamos su confianza y el presidente nos apoyó incondicionalmente.
¿Qué viene para Carlos Correa?
Entregar mis obras. Segundo, tengo claro es que quiero seguir sirviendo a Montería desde lo público. La política es muy dinámica así que no puedo saber qué pasará.
Pongámosle nombre: ¿se le antoja la gobernación de Córdoba, un ministerio?
Lo único claro es que el 2 de enero me voy con mi esposa y mis hijas al menos un mes de vacaciones.
Entre más lo escucho más me pregunto dónde está la bolita. Repito: todo es tan bello que es demasiado sospechoso.
No dude tanto que tengo obras para mostrar y uno tiene que creer en lo que ve.
Artículo original de El espectador